Decía ayer DV que "con mando en plaza se ejecutan mejor
las políticas que uno defiende". Llevaba razón.
Expresaba un deseo, un querer íntimo que para nada era neutral
e imparcial. Estaba mandando un mensaje directo a las bases de su organización
que tienen que decidir el 24 qué hacer con sus 12 parlamentarios.
Ese querer algo no pretendía decir que si quedasen solos en
el mundo ese algo y él, estaría satisfecho. Como dice Ortega y Gasset
“nuestro querer ese algo consiste en que
nos parece necesario para otra cosa, la cual queremos a su vez para otra...” “tal modo de querer convierte nuestra morada
íntima en una casa de contratación”.
Esta actitud adquiere un sentido meramente economicista
donde las cosas se desean sólo como medios.
“El querer ético, en cambio, hace de las cosas fines,
conclusiones, últimas fronteras de la vida”, concluye Ortega.
Por qué no pensaba de igual manera DV hace varios años. Nos
hubiésemos ahorrado mucho dolor, mucho sufrimiento. Seguramente porque la plaza
ahora es suya y el mando lo ejerce él.
Supongamos que conozco a un amigo que tiene un negocio que le produce pingües beneficios, que han sido conseguidos mediante la extorsión, el engaño y el robo.
ResponderEliminarSi ese amigo me propone participar en ese beneficioso negocio, sin que antes yo lo obligue a demostrar judicialmente que no ha habido nada sucio en su gestión, si acepto no seré un socio de mi amigo, sino que me convertiré en un vulgar CÓMPLICE.
Dentro de unos años, la juez Alaya, o quien la sustituya, tendrá en su lista de imputados a quienes el próximo mayo se sienten en un Consejo de Gobierno que, al no haber limpiado ni cambiado la maquinaria del poder, se pringarán irremisiblemente en sus mecanismos, y lo mismo que ahora conocemos a los pueblos de la Sierra de Sevilla por sus afortunados beneficiados en la lotería de la corrupción, puede que dentro de algunos años Bollullos no sólo sea conocido por sus vinos, sus gambas y sus concursantes cantores.