Además de prevaricador, es un cobarde y un soberbio, un tipo
que con su actitud, de no presentarse al pleno sin ninguna justificación,
desprecia a este órgano y por extensión
a sus votantes, a los socialistas y al pueblo en general. Aunque si se hubiese
presentado era indigno de ocupar su
puesto. Lo valiente, lo digno para él era haber dimitido como concejal. Así ha quedado como lo que es, un anti-demócrata ,
un "dictadorzuelo" embozado tras la democracia que cuando ostentaba el poder
municipal se dedicaba más a catalogar, no sólo a las personas también a las asociaciones con aquello tan dictatorial
como -”si no estás conmigo estás contra mí”-.
Se envolvió en el manto del poder para tapar sus complejos.
Fuera de él, al descubierto, ha sido devorado, engullido por un torbellino de
complejos personales, quizás arrastrados desde su juventud, o porque ha sido de mediocre para abajo en
todo. Ha sido así de tal modo que no ha tenido, como le pasan a muchos de los
socialistas que catan algún tipo de poder o de canonjía, capacidad de crítica hacia su partido ya que también le gustaba decir aquello de –“el PSOE
es el partido verdadero”-, muy dogmático para ser un partido laico.
El mismo camino lleva la señora Rosario Rosado, no puede
soportar ocupar algún sillón del “gallinero”, donde la cámara no pueda
enfocarla y su presencia es para alzar la mano, o no, según el botón que pulse
el portavoz. La excusa del trabajo ni ella misma se lo cree. Puede faltar, como
muchos en la administración andaluza, medio año y no se resentiría para nada la labor que desempeña.
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