domingo, abril 24, 2016

EL SINDICALISTA

Ayer me lo confirmó uno del PSOE.
Existe en el mundo una clase de personas que me producen asco y desprecio. Asco, repugnancia por la felonía  e hipocresía que expele y desprecio por la ínfima moral que el tiempo, ese poderoso e implacable compañero de la vida, deja al descubierto como la marea el fondo del mar.

Me refiero a cierto “sindicalista” que toda su despreciable vida laboral ha discurrido al socaire del sindicalismo en defensa de los trabajadores resultando que en el fondo y al final sólo ha defendido lo suyo. Ahora sé que siempre ha defendido lo suyo a costa de los trabajadores, de sus “compañeros” como gusta decir y a favor del patrón para obtener algún beneficio. Se vendió a Juan Carlos Sánchez Alvarez siendo el intermediario otro exalcalde y ahí comenzó su decadencia moral.

Utiliza la verborrea para engañar, esconder en sus palabras lo contrario que está diciendo. Este “sindicalista”, de izquierda y puño en alto, ha usado su condición de representante de los trabajadores para valerse de las prerrogativas que en todo convenio le otorga y a fuerza de rozarse con el patrón y de su baja condición moral, se vende como una meretriz siendo en ésta  más noble su cometido que la del traidor;  el pago recibido el de un puesto de trabajo para su hijo.

Ha llegado tan bajo que se tiene que justificar ante sus iguales y es ahí donde derrama toda su pústula verborreica no importándole humillar más a aquellos que debían defender.

Estuvo un tiempo en IB como topo hasta que se descubrió su chanaleo.

Es tan despreciable que no vale la pena dedicarle ni más tiempo ni más palabras.

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