La ola de
corrupción que rompe contra la pobre Andalucía no es sólo patrimonio de los
partidos políticos. Se ha incrustado tanto en la sociedad andaluza que no hay
estamento que esté libre de este mal. Los sindicatos, otrora referente moral de
la sociedad, se han ido contaminando a la par que los partidos. Los unos han
abierto el camino y los otros han seguido la senda. Si el principal partido gobernante
en Andalucía durante treinta años no hubiese caído en la inmoralidad, la UGT
seguiría siendo un sindicato creíble. Aquel se corrompió y contagio al
sindicato hermano llevándolo al descrédito y a la traición de aquellos a los
que representa.
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