La juez Alaya representa todo aquello que más odia la progresía casposa feminista: que la mujer sea femenina.
La
progresía feminista sobaquera no tiene en cuenta la valía de esta mujer:
magistrada, independiente, hecha a si misma y llevando el mayor caso de
corrupción habido en España: los falsos ERES.
A
estas feministas de olor a ajo no le gusta la juez Alaya. No es suficiente la
presión que le somete el PSOE y las declaraciones del Consejero de Justicia Sr.
Llera “ trabaja mucho y encima sigue guapa”, o los palmeros de IU (pasar página
sobre este caso decía Valderas), ahora son las de su mismo género las que le
atacan por su aspecto físico. De ello se ha encargado una feminista declarada,
progresista afín a IU, escritora (de las malas) y de nombre Almudena Grandes.
Esta feminista progre de pelo en piernas dice que la juez:
“Abanderada de
una feminidad empachosa, su estética empezó a inquietarme mucho antes que su
ética”.
Y que “una
madre de familia, con un empleo exigente,cuyo rostro jamás revela el menor signo de cansancio físico a las ocho de la mañana, o no es humana, o no es
de fiar"
Finalizando "Al menos, la
verdad sobre Alaya reconfortará a las mujeres imperfectas de España, todas esas madres con ojeras que salen de casa sin haber tenido tiempo para peinarse, y se pintan de
mala manera en la parada del autobús".
Nadie,
ningún grupo feminista, ninguna mujer progresista de la izquierda carca, ningún
hombre progresista de esos de la “igualdad”, nadie ha levantado la voz reprochando
las palabras de la Grandes, tetas (como diría Diego Valderas).
Esta feminista progresista trasnochada desea que todas las mujeres sean como
ella, no soportan que vayan arregladas ni al trabajo, ellas ponen los cánones
del feminismo.
La
envidia es muy mala y entre mujeres se convierte en codicia.
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